Dios es Amor. Él Ama Incondicionalmente. No Hay Nada Que Te Inspire Más.
Hoy, “Dios es amor” ya no es el lema de muchas iglesias o religiones. El mundo presenta a un Dios enojado, vengativo y odioso, en lugar de mostrar al Dios que realmente es: el Dios de amor.
Dios te ama incondicionalmente. Eso significa que ama sin límites ni condiciones. Ama sin esperar nada a cambio. Dios te ama y te acepta tal como eres. Él perdona. Su amor no es un sentimiento; es una acción. Su amor por todos está basado en Su carácter, no en lo que la persona hace o deja de hacer.
Versículos Bíblicos sobre el Amor Incondicional de Dios
Dios ama cuando las personas no tienen fuerzas para hacer nada que merezca Su amor.
Romanos 5:6Dios muestra Su amor al hacer que Cristo muriera por los impíos.
Romanos 5:6Dios muestra Su amor en que Cristo murió por nosotros mientras aún éramos pecadores.
Romanos 5:8Dios amó tanto, y de una manera tan profunda, que dio a Su único Hijo para morir por el mundo.
Juan 3:16Dios no solo envió a Jesús a morir para calmar Su ira—Él mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo.
2 Corintios 5:19Dios ama de forma tan incondicional que absolutamente nada puede separarnos de Su amor.
Romanos 8:38–39Dios nos amó primero.
1 Juan 4:9–10Dios nos amó incluso cuando estábamos muertos en pecado, separados de Él, y nos amó por gracia.
Efesios 2:4–9El amor de Dios es eterno, para siempre.
Jeremías 31:3Dios ama porque eso es lo que Él es. Él no solo tiene amor. ¡Él es amor!
1 Juan 4:16
Pruebas del Amor Incondicional de Dios
Tomó la decisión consciente de amar al mundo sin importar su comportamiento, actitud o condición.
Mostró amor incondicional al liberarnos de toda expectativa. Nos creó, nos rescató y nos amó primero por quien Él es.
Nos ama a pesar de nuestros pecados, errores y fracasos. Ese es el verdadero amor incondicional.
Nos perdona, nos libera y nos recibe con los brazos abiertos.
Nos ama comprometiéndose con nosotros. Nunca nos deja, nunca nos abandona, y siempre nos escucha.
Nos llama hijos Suyos y nos ama más de lo que cualquier padre o madre podría amar a sus hijos.
Muestra Su amor incondicional con Su paciencia mientras aprendemos y crecemos.
No pone condiciones ni requisitos para amarnos.
Nos escucha cada vez que oramos.
Nos ama sin juzgarnos, tomando Él mismo el castigo por nuestros pecados.
El Mensaje Más Dulce Que He Aprendido: Dios Me Ama
Yo me conozco. Sé que soy el peor de los pecadores. No merezco ser amado. Pero Dios es amor. El amor es lo que Él es. Y Él me ama. Y también te ama a ti.
Me acepta tal como soy y ya me ha sentado en lugares celestiales. No hay mejor lugar donde estar. Me ha perdonado y me ha hecho acepto. Me eligió para amar no por lo que hago, sino por lo que Él es. Nada de lo que yo haga o deje de hacer cambiará Su amor por mí.
Puedo ser yo mismo porque Él me conoce completamente. No necesito esconderme—Él ya lo ve todo y aun así me ama. No tengo que fingir nada con Él. No tengo presión de “actuar bien” o aparentar. Puedo ser 100% yo, y saber que mi Padre, mi Abba, me ama.
Me ama tal como soy. No hay condiciones, expectativas ni reglas. Solo amor: maravilloso, envolvente, eterno. Me perdona antes incluso de que piense en mi pecado.
Me ama más que la mejor madre o padre. Más que el amor más profundo que podría existir en un matrimonio.
Siempre estará complacido conmigo. Nunca me dejará. Siempre estará conmigo, ayudándome a ser todo lo que Él ya ve en mí.
Él me provee todo lo que tengo y todo lo que necesito. Me da vida… y vida en abundancia. Incluso la vida eterna es mía por Su amor.
Cuando estoy herido, Él viene a donde yo estoy… pero nunca me deja ahí. Él está en mí, y yo en Él. El Padre está en Cristo. Cristo está en mí. Y Cristo está en el Padre. Estoy completamente envuelto y seguro en Su amor.
Nunca tengo que dudar si me escucha. Siempre está escuchando. Incluso me entiende cuando yo no sé cómo expresarme.
Me guía en cada desafío y me da fuerza para enfrentar lo que la vida me lanza. Cuando otros tratan de herirme, Él convierte ese dolor en algo que me ayuda o cumple Sus propósitos.
Me bendice con dones—espirituales, materiales, talentos. Todo es regalo Suyo. Y Él solo da cosas buenas.
Me da la sabiduría que necesito para cada día, cada decisión, cada reto. Me da una paz que sobrepasa todo entendimiento. Tiene paciencia conmigo aun en mis tropiezos y fracasos.
Me renueva cada mañana con fuerzas nuevas. Mi vida tiene propósito por Él. Me conoce… y aún así me ama. Y eso es lo que más me asombra.
Él nunca dejará de amarme.